domingo, 27 de octubre de 2013

Cómo era Nogales en 1930

En este momento merece que haga un alto en esta crónica para presentar el aspecto de Nogales en un momento dado, en 1930, debido a que ese año constituye un parteaguas; fue un momento parecido al actual, en el que se preveía que algo se avecinaba, aunque aún no se avisoraba qué sería ese cambio.

Cuando concluye la etapa bélica de la revolución, Nogales, que había alcanzado el título de ciudad gracias al decreto del  1 de enero de 1920, tenía una población de aproximadamente 12,000 habitantes. Diez años después, en 1930 esta ciudad llegaba a los 14,000 habitantes, aunque se puede concluir que el mayor crecimiento había ocurrido durante la segunda mitad de esa década de 1920, ya que fue entonces cuando incrementó la demanda de aulas escolares, como vimos anteriormente en esta serie.




Así, para 1930 (y como se ve en el mapa interactivo adjunto)  la ciudad había ido extendiéndose hacia el Sur, siguiendo a lo largo de la cañada de Los Nogales, obedeciendo a varias etapas de crecimiento cada una más angosta que la anterior. La primera, de 1884, había constituido la fundación del fundo legal en 1884 y que comprendía desde la frontera hasta el callejón Ramos, cerca de donde hoy se unen el Callejón Hidalgo con la Calle Obregón. Luego seguía la Colonia Moderna fundada ya durante la revolución mexicana en 1918, y que iba hasta la entrada de la actual 5 de Febrero, y más adelante la segunda etapa de la misma colonia abarcaba hasta la entrada de la llamada entonces como Cañada de las Chimeneas y que hoy conocemos como Colonia Granja, gracias a una que tenía Don Alejandro Villaseñor en esa cañada.

Ahora bien, la cañada de Nogales era recorrida de Norte a Sur y como columna vertebral, por tres arterias que competían entre sí por el escaso terreno plano existente en la cañada: una, la principal y que le había dado nombre a la población, era el Arroyo Los Nogales y que iba serpenteante a lo largo de la cañada con un canal abierto al aire libre; además estaba la vía del ferrocarril que iba paralela al arroyo anterior, mientras que la última, la Calle Obregón que servía para transitar la cañada en toda su extensión.  Pero también había otras calles paralelas a la Obregón; por ejemplo sobre la Colonia Moderna y hasta el actual hospital del Seguro Social se encontraban la Latinos y la Moctezuma. Y más al Sur y hasta la entrada de Las Chimeneas, ya sobre la segunda etapa de la Colonia Moderna: un desarrollo más angosto que los anteriores con dos calles longitudinales también de Norte a Sur: una, la misma Calle Obregón y la otra la Maclovio Herrera. Por otro lado, al Este de la Obregón una calle interrumpida por los cerros que allí se acercan más al valle recorría esa zona hasta llegar también frente a la entrada de la actual Colonia Granja.

Y ya sobre la entonces cañada Granja, una sucesión de pequeños ranchos se extendían a lo largo de la misma y hasta donde actualmente se encuentra la Unidad Deportiva. Esa cañada era entonces conocida como Las Chimeneas debido a unas que había por allá. En ese lugar se ubicaba el segundo pozo que dotaba de agua potable a la ciudad, ya que el primero estaba frente a la actual Plaza Hidalgo. Es decir, toda el agua que se utilizaba en Nogales era extraída de la subcuenca del Arroyo del mismo nombre.

Ahora bien, sobre las demás cañadas laterales al Arroyo Los Nogales competían en mayor profundidad la Colonia que abarca hoy la actual calle 5 de febrero y la Colonia Buenos Aires, ambas con una extensión de aproximadamente unos 700 metros desde su inicio.  Ese era el Nogales de 1930. Era un Nogales que auguraba que la próxima década sería de crecimiento en población y en superficie después de haber sufrido los avatares de la revolución.

Por eso fue que, previendo el crecimiento que tendría Nogales durante la década de 1930, los primeros días de 1930, Astolfo R. Cárdenas informaba al ayuntamiento que la Compañía Constructora de Sonora, de la que era Presidente, intentaba desarrollar la Colonia Altamira (en inmediaciones del actual CECUN) y para ello vendería allí 132 casas (cada una sobre lotes de 250 metros cuadrados), mediante el pago de algunas mensualidades.

De ellas, 12 tendrían 1 recámara, 1 sala, 1 comedor, 1 cocina, baño y pórtico, y las 120 restantes serían sólo de 4 piezas. Las primeras se rifarían entre los 132 nogalenses que pagasen sus mensualidades y se les entregarían cuando pagasen 33 mensualidades más, cada una de $10 Dlls, mientras que quienes resultasen perdedores en el sorteo deberían pagar también mensualidades de $10 Dlls por 15 meses.

Para llevar a cabo ese proyecto, Cárdenas pedía la exención de impuestos municipales para el sorteo. Y aunque no se le concedió este permiso, por esas mismas fechas el presidente municipal le solicitaba a la compañía ferroviaria el poder construir un puente que uniera “... la cañada del Polvorín con la prolongación de la Calzada Álvaro Obregón [donde] ya existe un crucero...”, o sea la confluencia de la actual 5 de Mayo con la Obregón.

En respuesta, la compañía ferroviaria respondió estableciendo condiciones para conceder el permiso solicitado: el puente debería tener 30 pies de ancho, sería “...únicamente temporal...” y debería firmarse contrato para construirlo. En otras palabras, ya se empezaba a presentar la competencia por el escaso espacio plano entre esta ciudad que se encontraba en franco crecimiento y la compañía del ferrocarril.

domingo, 20 de octubre de 2013

La segunda mitad de los 20

La segunda mitad de la década de 1920 se distingue por dos tendencias principales: la primera por un renacimiento de la perspectiva nacionalista en Nogales, ejemplificada por la propuesta del entonces Regidor Fernando Priego que propone en la sesión de Cabildos de enero 28 de 1927 que se supriman los anuncios en inglés en los comercios y que los contratos se realicen en pesos, lo que aprueba la comuna. La segunda consiste en una mayor atención a la construcción de escuelas en Nogales debido al crecimiento de las colonias aledañas a la frontera así como en las Colonias Moderna y Obrera (antigua Municipal), todo a pesar de las precarias condiciones económicas del municipio. De todo esto último hablaré más a fondo en seguida.

Para abril de 1926 se piensa iniciar la construcción de una nueva escuela en la cañada Buenos Aires, y en julio el ayuntamiento inicia una acción coordinada para dotar a Nogales de más aulas escolares: se acuerda ceder al gobierno federal el edificio donde se encuentra la escuela Melchor Ocampo para que se instale allí la escuela Tipo de Hermosillo y mientras se rentará un local en la Colonia Moderna para establecer allí la Melchor Ocampo; también se inicia la construcción de otra escuela en la cañada Buenos Aires y se comprará la casa de Lelevier en la Loma de la Cruz (en la Pierson, arriba del cerro) para adaptarla como escuela primaria federal urbana; todo ello para intentar dar cabida a los alrededor de mil estudiantes que habrá en septiembre próximo.

Pero ésto no es todo, para agosto, la Junta de Mejoras Materiales destina recursos para la construcción de la escuela que se piensa edificar en la cañada Buenos Aires y el ayuntamiento otros más para comprar lotes para construir una escuela en la Colonia Moderna, mientras que Luisa Johnson vende un terreno en la loma situada al norte de la Buenos Aires, donde se construirá la futura Enrique Quijada. En febrero siguiente es inaugurada la escuela Francisco I. Madero  en el Cerro de la Cruz (sobre la calle Pierson, arriba del cerro), y se pone a disposición de la Junta de Mejoras Materiales el terreno donde se construye la escuela de la Buenos Aires, para que la termine.

Además, el 30 de junio es reabierta la iglesia católica y entregada al Pbro. José María Pablos, después de que el Presidente Emilio Portes Gil reanuda los cultos en México, mientras que poco más tarde, José Pérez notifica al ayuntamiento que ha traspasado a Eleuterio Valencia la casa ubicada en Obregón 238, donde se encuentra el templo Metodista Episcopal del Sur.

Tropas en Nogales en 1929, foto retocada por la prensa de EU
Todo este proceso constructivo de atención a lo local es trastocado después del asesinato del candidato electo como Presidente de la República, Álvaro Obregón, ya que su muerte desembocará en la explosión bélica de la rebelión escobarista, también conocida como renovadora, promovida por muchos de los viejos obregonistas. A principios de abril de 1929, el rebelde General Manuel Aguirre, al mando del 64 Regimiento se apodera de Nogales sin disparar un solo tiro, y en represalia las fuerzas federales desde Naco envían diariamente un avión a bombardear a los rebeldes de la revolución renovadora, los que dejan caer sus proyectiles sobre Nogales casi siempre sin hacer ningún daño, mientras que los que se han apoderado del pueblo contestan con sus fusiles y ametralladoras desde los techos y los cerros sin causarles tampoco ningún perjuicio a los aviones. Sólo el 19 de abril hay una baja: una mujer que muere de un ataque del corazón, asustada por las explosiones de las bombas.

El 1 de mayo se presenta  el mayor ataque aéreo a Nogales: tres aviones federales dejan caer doce bombas, hay 2 muertos, 2 heridos y un avión derribado. Es el fin del levantamiento. El mismo día los rebeldes que no se han rendido todavía se entregan a las autoridades estadounidenses, aunque no sin llevarse los valores que había en la Tesorería Municipal.

Después del levantamiento escobarista, Guillermo Mascareñas es nombrado Presidente del Concejo de Administración Civil de Nogales por el Gral. Abelardo Rodríguez, Comandante de la División del Noroeste. A Mascareñas le tocará iniciar el intento de revertir la creciente diseminación de la prostitución y  el alcohol en Nogales, que ha desbordado la capacidad local para contenerlo.

Por entonces es clausurada, ahora sí definitivamente, la zona de tolerancia del Ranchito, aunque para lo único que sirvió la medida -según se quejaran unos vecinos ante el gobernador- fue que meses después la nueva zona de tolerancia sobre El Carricito, permanezca vacía.

Plaza pública en Nogales, Arizona, ca.  1930
Mientras sucede todo ésto en Nogales, Sonora, en la población vecina de Arizona, en junio de 1928 los exportadores hacia Arizona protestan en Washington contra la disposición -en la primera de una larga serie de ocasiones- que establece un impuesto especial a la exportación de tomate mexicano por Nogales, y dos años después, ya dispuestos a monopolizar el comercio de artículos de vestido y lujo de la costa del Pacífico de México, los comerciantes que surgen entonces en Nogales, Arizona, distribuyen 25,000 volantes en Sonora anunciando los comercios de la vecina población a la clientela mexicana posrevolucionaria. De esta manera, los ingredientes de la fórmula socioeconómica fronteriza y que regirán no únicamente en Nogales sino en toda la costa del pacífico de México durante los años que domprenderán desde 1945 y 1970, o sea desde la conclusión de la Segunda Guerra Mundial y hasta antes de que se manifieste la industrialización de Nogales, Sonora, son definidos entonces.

domingo, 13 de octubre de 2013

Surgen en Nogales los cabarets posrevolucionarios

Reanudo con este artículo el tema del crecimiento de un Nogales que aumentó su población (aquí puedes ver más información sobre la población nogalense) entre 1920 y 1930 de 12,300 a 15,600 habitantes, un Nogales que empezaba la reconstrucción posrevolucionaria, aunque en este artículo cubriré únicamente la primera mitad de esa década por lo extenso del tema. Además, también es necesario agregar que los cabarets nogalenses habían existido aquí desde la fundación de esta población.

De esta manera, empezando 1922, Juan N. Beltrán donaba al pueblo un terreno en la entrada del barrio del Embarcadero Viejo, la razón: “...hace ocho años que fundé el Barrio del Embarcadero Viejo levantando yo personalmente la primera construcción allí existente...” y ahora quería facilitarle la salida a sus vecinos. El nombre de Embarcadero se debía a que durante los primeros años de Nogales fue construido en ese lugar un embarcadero para el ganado que se exportaba a los Estados Unidos, instalaciones que fueron adquiridas después por un nogalense “del otro lado,” Wirt Bowman, gracias a sus relaciones con los revolucionarios constitucionalistas.

Acababa de terminar la Primera Guerra Mundial y surgía por entonces en Nogales toda clase de turismo, lo que llevó a que en mayo el Partido Comunista se quejara con el Gobierno de Sonora que en las boticas de Nogales se vendían drogas heroicas “...a cualquier hora del día o de la noche...” y acusaban que esta venta se realizaba con complicidad de las autoridades locales, aunque al preguntarles, las autoridades locales contestaron que “...no tiene conocimiento de que existan en ese lugar, expendios de drogas heroicas...” Ese  mismo año los soldados estadounidenses del campamento militar de Nogales, Arizona, descubrían una nueva manera de divertirse. Como todavía en Arizona regía la ley seca, realizaban sus días de campo en las cañadas aledañas a Nogales, Sonora, sobre la frontera misma aunque del lado estadounidense, y pedían permiso a las autoridades mexicanas para cruzar la línea para poder, así, “... tomar una poca de cerveza...”, permiso que, claro, les fue concedido.

En 1923, el rastro municipal, que había sido construido en 1917 sobre el arroyo del Carricito requirió su traslado para utilizar ese terreno por lo que fue cambiado a otro lugar situado sobre la actual calle 18 de marzo, en el extremo Sur de la Colonia Municipal. También por entonces el gobernador autorizaba la apertura del nuevo Panteón Nacional, y el 12 de diciembre el ayuntamiento le abonaba a Alejandro Villaseñor $1,000 a cuenta de los $2,600 que quedaban por pagarle del adeudo por la compra del terreno del Carricito (al final de la actual calle 5 de febrero). Ese mismo año se iniciaba al sur de Tepic el tendido de la línea ferroviaria para comunicar a Nogales hacia el sur y que sería concluida en 1927, con lo que Nogales quedó desde entonces enlazado por ferrocarril con la Cd. de México.

Por otro lado, intentando evitar la criminalidad asociada con las drogas, el licor, el juego y la prostitución, además de la huida de capitales, en junio de 1924 el Dpto. del Tesoro estadounidense había ordenado el cierre de la frontera de Nogales diariamente después de las 9 PM, medida que fue rechazada de inmediato por los nogalenses, además de ocasionar el cierre de muchas cantinas y comercios de Nogales, Sonora. Este cierre nocturno de la frontera, sin embargo, no duró, ya que seis meses después era cancelado y para 1926 la Cámara de Comercio de la vecina población reportaba que “... las condiciones morales de Nogales, Sonora ... son mejores que ... en 1924 [debido a la] cercana colaboración entre las administraciones municipales de los dos pueblos”.

El Club Cosmopolitan
Para 1924 Nogales contaba con un hospital nuevo, denominado “del Socorro”, ubicado al final de la Calzada América (en el mismo lugar que ocupa actualmente el Hospital General de Nogales), mientras que en el centro de Nogales surgió por esos años otro nivel de cantinas, ya no la miríada de sórdidos cuartuchos dedicados al vicio sino cabarets de lujo que le daban un aire de respetabilidad a esa actividad. Así fue cómo sucedió que la vieja casa de Sandoval fuera utilizada ahora por el casino Internacional, además que también surgieron el Club Azteca, adyacente al nuevo edificio de la cervecería (el edificio conocido como la malta) y la “Cantina y Cabaret Cosmopolitan, con un restaurante anexo”, administrado por Ignacio Félix, en el edificio de Camou de la Internacional y Elías.

Nogales, Sonora, crecía nuevamente durante esa década después de los años álgidos de la Primera Guerra Mundial. En primer lugar, debido a los deportados de Arizona, y en segundo, porque la guerra cristera (1926-1929) ocasionó un influjo de inmigrantes del centro del país a la frontera, que el historiador inglés Alan Knight encontró que vinieron de Aguascalientes, Colima, Jalisco, Michoacán y partes de Durango, Guanajuato y Zacatecas. Y era precisamente debido a ese conflicto que aquí, en Nogales, el 31 de julio de 1926 se verían largas colas de fieles que asistían por última vez a la iglesia de la Purísima Concepción, antes de que fuera cerrada por las autoridades eclesiásticas. Se aproximaba en México la hora de definición del orden posrevolucionario entre sus principales protagonistas.

domingo, 6 de octubre de 2013

El Noveno Foro de las Misiones

Todos los años, al inicio del otoño, se realizan los eventos culturales más importantes de Sonora, y en esta ocasión interrumpo momentáneamente esta  serie de artículos acerca del crecimiento urbano de Nogales para tratar acerca del Foro de las Misiones en el que acabo de participar. Fue la edición número nueve con 26 ponencias si mi memoria no me falla; los conferencistas asistieron de Sonora mismo así como de otros Estados de México; recuerdo a los de la Ciudad de México, Sinaloa, Nayarit, Guanajuato, o bien de California y Texas en la Unión Americana, si no se me escapa alguno.

El foro se realizó en la sede de la Sociedad Sonorense de Historia, en Hermosillo entre el 26 y 28 de noviembre. En esta ocasión su temática fue: “A 400 años de la Evangelización en Sonora” que, como el nombre lo indica, conmemora los cuatrocientos años de la penetración misional al Estado.  Debo agregar que los presentadores acudimos previa invitación expresa, aunque las actividades estuvieron totalmente abiertas a la participación del público. Se cubrieron temas muy diversos, aunque siempre dedicados al tema misional.

Holguín Balderrama planteando su ponencia
Sería muy cansado para el lector que hablara aquí acerca de cada una de las ponencias, por lo que escojo una pequeña muestra de éstas para hablar de ellas. Así, para empezar, el primer tema fue la penetración misional, proceso que ocurrió durante los inicios del siglo diecisiete; entre las ponencias de este tema recuerdo la de José René Córdova Rascón quien habló de los primeros europeos en el valle del río Sonora; después vino el tema de la historia de algunas de las misiones o aspectos relacionados con ella, como la ponencia de Juan Carlos Holguín Balderrama con una reseña histórica de la misión de Conicari, cuyas ruinas se encuentran bajo las aguas de la presa del Mocúzari al Noroeste de Alamos; o bien la de Pamela Jill Hukins quien nos habló sobre la estética de las imágenes de las misiones sonorenses, o también la de Ana María Ruiz Marín, directora del Archivo Histórico del Colegio de la Santa Cruz, del Templo de San Francisco, Celaya, Guanajuato, quien nos describió la riqueza documental que hay de las misiones franciscanas de Sonora en el archivo a su cargo.
Margarita Hanhausen Cole hablando durante su ponencia

En seguida cambió el programa a tocar temas de rehabilitación de las manifestaciones culturales misionales con que contamos; entre ellas mencionaría la del Arquitecto Pavel Humberto Tiburcio Verdugo, quien nos habló de la restauración actual en el templo de San Miguel de Macoyahui, situado al Norte de Alamos; o bien la de Rodolfo del Castillo, quien habló sobre la imagen polícroma de Nuestra Señora de la Asunción, en Opodepe.

El Presbítero Claudio Murrieta durante su disertación
Incluida en esta mesa estuvieron también otro tipo de ponencias acerca del papel ideológico de la Iglesia Católica en Sonora, como la del presbítero de Pitiquito, Claudio Murrieta, quien habló sobre aportes para el mundo actual de la investigación histórica de las misiones, o bien otra presentada por  el Padre Armando Armenta Montaño, Director del Archivo de la Arquidiócesis Metropolitana en Hermosillo, quien nos habló de la vida del Padre Cruz Acuña.

En el siguiente tema pasamos a la perspectiva actual de la herencia misional y el manejo actual técnico e ideológico de sus manifestaciones. En este tema mencionaría la ponencia de Jesús Jáuregui, quien habló acerca de El Chicotero y el Flagelador, personajes indígenas que se manifiestan durante las judeas del noroccidente de México, análisis inspirado por el antropólogo estructuralista Claude Lévi-Strauss; o bien la participación del autor de este mismo artículo, quien habló sobre las posibilidades a futuro del aprovechamiento económico e ideológico de los restos arqueológicos e históricos, para beneficio de las comunidades cercanas a ellas.

Durante una de las ponencias: Raquel Padilla, Rómulo Félix 
y Gilberto López Castillo
Finalmente, estuvo la inspiradora ponencia de Francisco Ramírez Arroyo, quien nos habló de la utilización de las nuevas tecnologías para la señalización de los sitios históricos, como la de utilizar los celulares para acceder en forma gratuita a información relacionada con alguna misión cercana, como el ejemplo piloto que ya funciona en la antigua misión de Pitiquito, o el que se planea de poder ver en forma virtual y también gratuita, a través del celular y en sus inmediaciones, cómo fue el edificio de la misión de Cocóspera cuando se enontraba en su esplendor la construcción.

También  se presentaron los libros Misiones del Noroeste de México, Origen y Destino, 2008 y 2009, editados por el Forca Noroeste, así como la obra de teatro Huellas en el desierto.

Un broche de oro clausuró al Foro con un viaje organizado por el Centro Sonora del Instituto Nacional de Antropología de Historia a las pinturas rupestres de La Pintada, situadas entre Hermosillo y Guaymas y que se encuentran actualmente cerradas al público en general. Allí nos explicaron sobre la zona donde vivieron los habitantes nativos y fuimos recorriendo un andador que nos llevó a las pictografías que han sido recientemente restauradas; después vino la despedida.

Para concluir este artículo, durante el foro recibí otra invitación a participar en el próximo XXVI Simposio de Historia de la Sociedad Sonorense de Historia (aún recuerdo, como si fuera ayer, al primero) que se realizará entre el 26 y 30 de noviembre próximos, y cuyo tema será la aportación sonorense en la revolución. Me dijeron: “…no puedes dejar de participar en este evento. Nogales jugó un papel importantísimo en el desarrollo de la revolución mexicana.” No pude negarme.